Armonizar las agendas del trabajo con las justas exigencias de los hijos es una tarea compleja, a veces, parece imposible. ¿Cómo salir airoso de este desafío? Lo primero es reconocer que nadie logra el título de padres y empleados perfectos."Es una tarea difícil y sin duda habrá errores, por eso, el objetivo es disminuirlos siguiendo algunas estrategias", aconsejó Aaron Ocampo, coordinador académico de la Escuela de Psicóloga de la Universidad Latina.
Ocampo resaltó que el trabajo no es problema cuando se fija un espacio diario, no semanal, ni mensual, para los hijos."El desayuno, almuerzo, cena, la tarde del café, no sé, debe existir un espacio no negociable, de lo contrario, se dejará relegado el rol de padres", agregó. Si bien lo idea es un tiempo presencial, el psicólogo sugiere echar mano de la tecnología."Si los medios existen, bueno, hagamos una video llamada para conversar en forma más cercana con los menores", agregó.
De igual forma, Ocampo pide seleccionar una ayudante en la casa con estudios primarios y secundarios a fin de apoyar a los niños."La empleada de casa es una gran ayuda, y ni se diga si tiene secundaria porque ella puede apoyar con tareas a los menores", dijo. Sin embargo, insistió en que las redes de apoyo no pueden sustituir el rol de los padres. Por ello, se debe participar también de las tareas y decisiones de los hijos en el centro educativo."Las edades preescolares y hasta tercer grado son fundamentales para aprender y consolidar hábitos, así como, relaciones afectivas", explicó.
El psicólogo también advirtió que los niños muestran su enojo ante una disminución de cuidados: "Hay variaciones en el estado de humor del infante, en la intensidad de los berrinches, su dificultad para seguir instrucciones, el control de esfínteres, cambios en sus procesos al dormir y comer, entre otros", detalló.
Marcela Cantero mcantero@nacion.com
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