Antonio trabaja en una empresa de salud desde hace varios años, y cada vez que debe reunirse con su jefe, el mismo desde que empezó, toma una actitud defensiva, se cierra y le cuesta aceptar sus posturas como correctas, incluso antes de tomarse el tiempo de analizarlas con detenimiento y aplicarlas a la situación de la empresa.
Luego de cuestionarse su actitud, concluyó que es consecuencia de la predisposición que generan los malos comentarios que del jefe hacen sus compañeros de trabajo.
Así, cuando el sujeto de esa murmuración se presenta, los sentimientos negativos generados mientras habló mal de él con sus colegas surgen de nuevo.
Casos como el suyo son frecuentes. Según Walter Rodríguez, experto de CGESTI, empresa consultora en el área de responsabilidad corporativa, el chisme es una forma en la que los empleados se defienden de aquello que no les agrada sin exponerse a sanciones, y se da cuado las empresas no cuentan con los mecanismos organizacionales adecuados para propiciar una comunicación transparente.
Los jefes deben generar medios por los que sus empleados digan lo que piensan sin sentirse amenazados.
Estrategias como el buzón de sugerencias o el chat corporativo no son efectivos, porque resultan esfuerzos aislados de la dinámica empresarial, afirma Rodríguez.
Lo que funciona es desarrollar una competencia social, que exista un reconocimiento organizacional de las diferencias individuales y del valor de lo humano, que incluye la posibilidad de equivocarse.
Disposición
De los empleados depende ser o no parte de la dinámica de los chismes, y dejar que estos repercutan en su desempeño.
Cuando se desea cambiar algo, continua Rodríguez, se habla con quien tiene la autoridad para cambiarlo, no a sus espaldas.
Para hacerlo se requiere de alguien con personalidad que tome liderazgo y, sin aislarse, convierta el chisme en una causa común que ayude a todos los trabajadores en su realización profesional.
Así se le da un nuevo y productivo significado a la murmuración. La murmuración se evita con formas adecuadas para comunicar.
La personalidad, motor de cambio
La murmuración lesiona el ambiente laboral y afecta tanto las disposición de los empleados como de los trabajadores, por eso ambas partes deben poner los medios para evitarla.
Los jefes, deben tener la disposición específica de ser abiertos y claros con sus empleados, y definir sistemas de trabajo, valoración, evaluación y gratificación que defiendan los intereses de sus trabajadores.
Los empleados, deben convertirse en líderes informales que, a la hora de la murmuración, transformen los comentarios negativos en propuestas para resolver aquellas molestias que generan los chismes.
Israel Aragón M.
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