En nuestro mercado es cada vez más común que las empresas busquen formas de contratación más flexibles y menos formales. Es ahí donde nace el freelancing, como una forma de prestar servicios a un cliente, de manera flexible por parte de un trabajador independiente, sin que exista una relación de largo plazo.
Usualmente los trabajos escritos que pueden hacerse desde la casa son los mejores candidatos para este tipo de contratación: programación, traducción, redacción de documentos, edición, revisión, periodismo, fotografía, planeación de eventos, diseño web, indexación, entre otros, son las áreas donde cada vez más podemos ver la prestación.
Si bien la figura no es nueva, lo que sí resulta novedoso es el aumento de sitios web especializados que ponen en contacto al proveedor de un servicio freelance con el usuario que lo requiere, administrando las condiciones de prestación del servicio como el tiempo de entrega, precio y calidad, la forma de pago y por supuesto la calificación de los usuarios y proveedores, de acuerdo al historial de contratación, lo que brinda certeza a quien contrata, respecto al conocimiento y experiencia del que presta el servicio.
Lo anterior le permite a una empresa en Costa Rica contratar programadores en Praga que se comprometen a entregar un proyecto a fin de mes, sin importarle a la empresa, si para cumplir con la labor, se requirieron 3 o 4 personas, si trabajaron hasta tarde o incluso fines de semana.
Dentro de los puntos de interés para quienes contratan este tipo de servicios están que al no ser un contrato laboral, lo único que se define es un entregable a cambio de un precio, sin que existan jornadas máximas de trabajo, salario mínimo, cargas sociales, días de descanso y feriados.
Al igual que ha ocurrido con otros servicios de la denominada “gig economy”, como Uber y AirBnB, habrá quienes salgan a manifestarse contra la contratación freelance por representar una afectación a derechos establecidos para otro tipo de relaciones, por considerarlos una competencia desleal o por romper con el esquema tradicional de hacer las cosas en nuestro país.
Lo cierto es que la práctica está acá y es utilizada cada vez más, por lo que surgen cinco puntos a considerar para evitar riesgos a la hora de contratar un freelancer:
-Procure contratar un freelancer que se anuncie en un sitio web especializado, esto le garantizará no solo la calidad del servicio, sino que la persona tenga otros clientes y que la prestación del servicio no sea personal.
-Asegúrese de que las condiciones de contratación queden pactadas por escrito, al menos en un contrato digital, que establezca forma y tiempo de entrega, precio, sanciones en caso de incumplimiento. Prefiera los sitios web cuyos contratos establecen que las partes reconocen que la relación que los une es de naturaleza comercial y que no existirá subordinación, ni control en la forma de prestar el servicio.
-Asegúrese de que el sitio web provea factura que le permita justificar la contratación y que el servicio sea deducible de renta.
-Procure evitar la reiteración de contratación del mismo proveedor en el tiempo. La ventaja de este tipo de sitios es el poder escoger entre varios freelancers, trate de contar con un pool de ellos como proveedores, en lugar de escoger uno exclusivo.
-Prefiera un sitio web de freelancing que cuente con un medio alternativo de solución de conflictos entre usuarios y proveedores del servicio, con el fin de evitar demandas judiciales imprevistas y darle más seguridad a la contratación.
Alejandro Trejos G.
atrejos@bdsasesores.com
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