Sonrientes pero boicoteadores

 

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Experto enseña cómo distinguir y tratar a los agresivos-pasivos, aquellos que atacan a la empresa con cordialidad.

Mundo empresarial / 27 de junio de 2006

A veces en las empresas hay un empleado muy cortés, que siempre promete entregar sus informes a tiempo, pero termina haciéndolo cuando se le ocurre.

Ese comportamiento se denomina ?agresivo-pasivo?. La expresión se comenzó a utilizar luego de la Segunda Guerra Mundial para describir el comportamiento de los soldados que en lugar de insubordinarse abiertamente evadían sus obligaciones demorando su cumplimiento o demostrando incompetencia en forma deliberada (Management Today. Londres: octubre de 2003).

¿Cómo se describe el comportamiento agresivo-pasivo?

Un artículo lo hace de esta manera: gerentes, líderes de equipo y consultores identifican con frecuencia una situación donde algo no anda bien. No les es fácil señalar de inmediato la naturaleza y la causa del problema.

Con frecuencia, luego de reflexionar, comienzan a sospechar que alguien en la organización no contribuye significativa y activamente al logro de los objetivos.

La persona de la cual se sospecha exuda una actitud como de ?no querer cumplir? enmascarada detrás de sonrisas, preguntas y un comportamiento en apariencia correcto. (E. McIlduff y D. Coghlan, Journal of Managerial Psychology, Volumen 15. Bradford: 2000).

La actitud descripta implica ?no me controlen?; pero de un modo manipulador. Lo esencial del comportamiento es la hostilidad encubierta, con frecuencia difícil de detectar.

Síntomas del mal

Los manuales de los especialistas señalan en estos casos los siguientes comportamientos:

? Demora en cumplir con las obligaciones, irritación

? Trabajo lento en forma deliberada, protestas por exigencias que se consideran exageradas.

? Olvido de las obligaciones, demostración de que se trabaja mejor que lo que piensan los otros, resentimiento ante quienes sugieren mayor productividad.

? Introducción de complicaciones en los esfuerzos de otros

? Desaprobación y burlas dirigidas a las autoridades de la organización

Si la expresión agresivo-pasivo no resulta familiar el comportamiento señalado sí lo es. Todos hemos observado estas actitudes una o más veces y hasta es posible que, para zafar de alguna situación, las hayamos puesto en práctica a sabiendas.

Esto último, por más que a alguien no le guste, vendría a ser, como dicen los sicólogos, un comportamiento ?normal? de autodefensa.

La situación es difícil de corregir cuando el comportamiento descrito se transforma en habitual. L. Neilson, B. A. Pasternack y K. E. Van Nuys dicen lo siguiente:

La categoría ?agresiva-pasiva? toma su nombre de la resistencia callada y tenaz, manifestada de distintas maneras excepto en forma abierta, que se hace presente en una organización para esquivar las directivas de sus autoridades.

En las organizaciones agresivas-pasivas la gente acepta las directivas de palabra y limita su esfuerzo al mínimo necesario para aparentar su cumplimiento. Los empleados hacen lo que les parece porque rara vez sufren consecuencias desagradables; además, las directivas con frecuencia contienen errores y pueden ser discutidas.

Para peor, la alta dirección puede no haber aclarado donde yace la accountability y en consecuencia han absuelto a los gerentes de las responsabilidades que les caben.

Quienes proponen alguna iniciativa esperan mucho tiempo hasta obtener la autorización correspondiente y cuando la ponen en práctica escuchan comentarios inoportunos que se deberían haber expresado antes.

Lo cual es un pobre sustituto de la satisfacción de llevar a cabo un trabajo (The Passive-Aggressive Organization. Harvard Business Review. Boston: octubre de 2005).

¿Qué hacen los gerentes?

Un artículo dice así: Primero reconocer el axioma sicológico de que toda persona siempre hace lo mejor que puede; segundo informar acerca de lo que se ha observado en forma objetiva y sin críticas; tercero señalar que se reconoce su deseo de obtener logros y que se la quiere ayudar.

Se recomienda no contra-atacar en forma impulsiva o autocriticarse por no hacerlo; además, evitar discutir y solo informar sobre aquello que se observa que la persona está haciendo u ocultando.

También es conveniente evitar ponerse en situaciones de ganar-perder; y saber que es posible que este proceso se repita una y otra vez (Managing Passive-Aggressive People. HRMagazine. Alexandria: noviembre de 1991).

Un comentario final

En vista de lo que antecede, los versos del tango citados al principio resultan ambiguos. No aclaran si su autor pensaba al escribirlos que, ?para vivir decentemente?, se debe fingir siempre o solo en algunas ocasiones.

Guillermo S. Edelberg

Profesor emérito del Incae

contenido@elempleo.com

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