El poder puede convertirse en enfermedad

 

El Empleo Noticias
lunes, 11 de diciembre de 2017 8 a. m.

Las personas que tienen poder en su trabajo pueden padecer el síndrome hibris que se conoce porque desata una soberbia extrema y dañina.

Mundo empresarial / 14 de junio de 2013

¿Enferma el poder? ¿Puede el ejercicio del mando, por sí mismo, trastornar la conducta? En la antigua Grecia se creía que la vida de cada ser humano tiene una dosis de felicidad y de tristeza, de éxito y de fracaso, asignada por los dioses. La pretensión de modificar esa relación recibía el nombre de hibris que significaba desmesura y que era vista como un desborde humano.

En la actualidad, la palabra hibris es traducida como soberbia y los psiquiatras la identifican como un trastorno en quienes ejercen posiciones relevantes de poder.

David Owen, neurólogo y psiquiatra, y Jonathan Davidson, experto en ansiedad y estrés, sostienen que los grandes jefes tienen carisma, inspiran a otros, persuaden, toman riesgos, aspiran a lo más alto y confían en sí mismos. Sin embargo, alertan que la impetuosidad de estos líderes marca su rechazo a oír consejos: una incompetencia derivada de la impulsividad, de la dificultad para evaluar las consecuencias de sus actos y de un desdén por los detalles, o sea, se creen infalibles.

En un análisis publicado por Brain. Journal of Neurology Owen y Davidson alegan que la hibris tiene rasgos en común con el narcisismo, pero es una manifestación más aguda que incluye abusos de poder y la posibilidad de dañar a otros. Para ambos, se trata de un síndrome evocado por el poder que suele surgir "a partir de un éxito extraordinario, que se sostiene por algunos años y da lugar a un liderazgo casi irrestricto".

También aclaran que este comportamiento puede ser pasajero o persistente (un síndrome). Según Owen y Davidson, los líderes que son víctimas de hibris presentan 14 características:

1. Ven el mundo como sitio de autoglorificación por el poder.

2. Emprenden acciones para exaltar la propia personalidad.

3. Muestran una preocupación desproporcionada por la imagen.

4. Exhiben un celo mesiánico y exaltado en el discurso.

5. Identifican su propio yo con la nación o la organización.

6. Usan un plural mayestático.

7. Excesiva confianza en ellos.

8. Desprecian a los otros.

9. Presumen que solo Dios o la his¿toria pueden juzgar sus actos.

10.Creen que serán reivindica¿dos en esos dos tribunales.

11. Desarraigo de la realidad.

12. Toman acciones inquietantes, impulsivas e imprudentes.

13. Se otorgan licencias morales para superar cuestiones de prac¿ticidad, costo o resultado.

14. Descuidan los detalles.

Falta otra peculiaridad: creen que son indispensables. Para efectos de su estudio, Owen y Davidson analizaron vidas de presidentes y primeros ministros, pero aclaran que la hibris puede aparecer en otros líderes.

Carlos Pagnl La Nacion,Argentina/GDA

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